Bogotá © Johanna Lozoya |
Cuando una ciudad mira a otra con la cual se compara, de modo inevitable se mira a sí misma. Es un gesto muy contemporáneo que las ciudades traten de entenderse juzgando a otras: el pensamiento actual crece desde el otro. Pocos años atrás se creía en una identidad casi fija y que cada urbe, como las personas, tenía su sello permanente. Ahora sabemos que la imagen de una ciudad cambia con la velocidad con que rotan las noticias, los ataques terroristas, los eventos, las modas, la economía. Pero algo permanece, Bogotá tiene algo de lo mismo desde cuando un hecho significativo marcó su historia. Nuevos sucesos la seguirán señalando, pero algo de lo viejo permanecerá. (...)
"¿Cuáles ciudades encuentran afines a Bogotá?": Caracas, México, D.F., Lima y Quito. (...) [El D.F.] Esta ciudad gigante, superpoblada, contaminada, productora de rancheras, novelas, folclor, tacos, tequila y películas, produce admiración entre los bogotanos, quienes consideran que todos esos productos le dan identidad cultural, algo que merece ser preciado. García Canclini decía que en México las relaciones con los bienes culturales sirven para diferencias, por ejemplo, a quienes gustan de la poesía de Octavio Paz frente a los que prefieren las películas de la india María. Pero hay otros bienes - las canciones de Agustín Lara, las tortillas y el mole, los murales de Diego Rivera - con los que se vinculan todas las clases, aunque la apropiación sea diversa. "Por esto el consumo puede ser también escenario de integración y comunicación (García Canclini). Son éstas fortalezas de su cultura popular que aclaman los bogotanos." (...)
Las proyecciones que los mexicanos hacen de Bogotá son desalentadoras: van de no saber o tener referencia (47%) a identificarla como ciudad de drogas y narcos (cerca de 30%). Luego vienen otros atributos como cumbia y café. Sin duda, el imaginario de las drogas es un modo de comunicarse entre los latinoamericanos, todos dispuestos a mostrar que están más limpios que otros. (...)
Palacio de Gobierno. Bogotá ©Johanna Lozoya |
En varias ciudades latinoamericanas se nota un desplazamiento del interés de Madrid hacia Barcelona.
Las fantasías han adoptado este nuevo refugio van desde las paellas, castañuelas y panderetas hasta el reconocimiento de la Madre Patria en tierra catalana, residencia de los reyes. Barcelona no sólo es vista como ciudad distinta a las latinoamericanas, sino como la que evoca a un país de otro continente. La gente la reconoce con facilidad; sólo 5% de los encuestados dice no tener referentes de ella. Para los estratos altos de Bogotá, Barcelona es cultura y Gaudí; para los medios es viajes, comida y vino en abundancia; para los estratos bajos es música y Joan Manuel Serrat. (...)
En sentido contrario, la imagen es desconsoladora. Los barceloneses, en alta proporción (35.71%), no considera ningún referente suyo en América Latina, y sus escasos reconocimientos se limitan a Buenos Aires, La Habana, México D.F. Santiago y en escaso grado, Bogotá. La visión que Barcelona proyecta en Bogotá es turística y placentera; la que Bogotá deja en Barcelona se reduce a violencia y droga. (...)
Los tres términos más reiterados en las evocaciones que los otros hacen de Bogotá son narcotráfico: un gramo de coca que en el sur de Colombia vale un dólar, en Bogotá cinco y en Barcelona cien, carece de toda normalidad, según la lógica de todo proceso productivo. (...) La droga lleva en sí misma la marca de loa anormal absoluto, de la locura. (...) identificar a una ciudad por lo que se dice de su país, que enloquece a los demás, es un ejercicio apenas lógico.
Bogotá, narcotizada por el negocio de la droga y la guerrilla, aparece como el lado oscuro de todas las ciudades del continente. Si una ciudad puede ser imaginada así, las demás pueden reservarse cierta paz para sí mismas."
* fragmentos de Armando Silva, Bogotá imaginada, Bogotá, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2003. ISBN 958-704-113-5
...
Bogotá © Johanna Lozoya |
Laura Restrepo, Delirio, México, Alfaguara, 2004. ISBN 978-968-19-1472-1
Poco he conocido Bogotá, apenas unos cuantos días en que estuve allí como jurado, pero lo que me ha quedado como un recuerdo intenso es el paralelismo que inmediatamente le fui hallando con la Ciudad de México. ¿Pero cómo se puede expresar la sensación corporal que una ciudad nueva nos provoca, esa mezcla de desconcierto y familiaridad cuando uno encuentra parecidos con la ciudad nuestra de todos los días?
ResponderEliminarEn ciertas calles bogotanas, me parecía moverme enteramente por zonas del centro de México. La arquitectura de esos edificios de oficina me resultaba idéntica a los correspondientes edificios del auge de los 50 en México: mismos pisos en piedra negra veteada, mismos canceles, mismos ladrillos de vidrio. Se diría que el mismo afán de emular las zonas de negocios estadounidenses hermanó a las élites de negocios en esa época.
Y por otra parte el caos de tráfico de la Carrera 7, idéntico al de zonas como Pantitlán o Lindavista: la sensación de que la calle entera con camiones, automóviles y gentes están ahí esperando a caerle a uno encima.
Otros paralelos: las areperías y las fonditas, el Parque de la 93 y el Parque Lincoln, los puestos callejeros de jugos de frutas.
Y algunas diferencias: el uso intensivo del ladrillo (rojo o amarillo) en las fachadas, contra el concreto pintado de México. Algo más oscuro: la memoria de los atentados inscritos en la conversación de los bogotanos y la geografía urbana. ¿Hacia ahí va la Ciudad de México también?
Sin duda estas ciudades son "delirantes". Una especie de mezcla de neurosis y esquizofrenia que hace que nos imaginemos parecidos o incomparables, protegidos o indefensos, víctimas o victimarios, opulentos o pobres, con una historia que deifica a unos tantos, pero siempre insatisfechos de estos inventos. Aquí bronces y pinturas de nuestro “pasado”, allí una arquitectura barroca o gótica o… “como guste mi general… al fin usted el que manda”.
ResponderEliminarMi Agustina transita por la ciudad esperando tomar esa avioneta que es la Virgen de la montaña y dejar que cada cual se las arregle como mejor pueda, porque ella se marcha se va para Sasaima a seguirle los pasos al abuelo Portulinus.
Dice Laura Moreno Segura:
ResponderEliminarMiradas paralelas
"Sí, estamos ante una urbe que finalmente ha resuelto aceptar a los provincianos de todas las etnias nacionales que la visitan..." (no sé si finalmente sea la expresión más adecuada, pues la exclusión en muchos ámbitos, no institucionales, sino de la cotidianidad de las interacciones me hacen pensar que no es una aceptación voluntaria, sino una “resignación” que deja abierta la puerta a la exclusión) "...muchos de los cuales se quedan a hacer su Bogotá, para así poder afirmar que ella se ha colombianizado..." (yo no creo que esa sea la razón por la que las personas de otras regiones “hagan su Bogotá”, me inclinaría más a pensar que hay cierta dificultad en hacerse al nuevo escenario y tratan de reproducir aquello que conocen en la medida de sus posibilidades).
(…)
"Ahora sabemos que la imagen de una ciudad cambia con la velocidad con que rotan las noticias, los ataques terroristas, los eventos, las modas, la economía. Pero algo permanece, Bogotá tiene algo de lo mismo desde cuando un hecho significativo marcó su historia." (Cuál, qué es eso? se puede rastrear hoy?… no sé si sea posible plantear esos inamovibles, creo que en caso de existir ese “rasgo esencial” al que se alude, se vería permeado por los cambios que fueron mencionados en el párrafo anterior, en este y otros tantos que no ha nombrado) "Nuevos sucesos la seguirán señalando, pero algo de lo viejo permanecerá." (...)
"¿Cuáles ciudades encuentran afines a Bogotá?": Caracas, México, D.F., Lima y Quito. (...) [El D.F.] Esta ciudad gigante, superpoblada, contaminada, productora de rancheras, novelas, folclor, tacos, tequila y películas, produce admiración entre los bogotanos (no en todos, dónde hizo su muestra? Hay otros tantos para quienes el DF no constituye un referente de identidad. Se esta acaso refiriendo a las autoridades públicas o a los realizadores de novelas?) quienes consideran que todos esos productos le dan identidad cultural, algo que merece ser preciado.
(…)
"Las proyecciones que los mexicanos hacen de Bogotá son desalentadoras: van de no saber o tener referencia (47%) a identificarla como ciudad de drogas y narcos (cerca de 30%). Luego vienen otros atributos como cumbia y café. Sin duda, el imaginario de las drogas es un modo de comunicarse entre los latinoamericanos, todos dispuestos a mostrar que están más limpios que otros." (...) (En eso coincido, o al menos, fue lo recurrente en mi experiencia.)
“Bogotá, narcotizada por el negocio de la droga y la guerrilla, aparece como el lado oscuro de todas las ciudades del continente. Si una ciudad puede ser imaginada así, las demás pueden reservarse cierta paz para sí mismas." (De las ciudades colombianas, creo que Bogotá es la menos vituperada, por ejemplo, Cali o Medellín gozaban de peor imagen… sin embargo, la alusión a droga es permanente, pero a mi juicio ese no es un problema muy grave en Bogotá.)
Delirio: Es una muy bella relación la que allí describe con los cerros de Bogotá… sigue tentándome para ser leído. “a quién tutelarás tú, viejo cerro tutelar, si acá abajo, que se sepa, cada quien anda librados a su suerte y cuidando su propio pellejo." (qué fuerte afirmación, presenta una Bogotá muy ruda) Ahora entiendo mejor por qué prometió presentarte a Laura Restrepo.
Hola a todos! Gracias por añadir sus comentarios a este blog.
ResponderEliminar