"Las experiencias populistas más tradicionales en América Latina se han caracterizado por un predecible ciclo de cuatro etapas. En la primera fase el crecimiento, los salarios reales y el empleo se elevan, y sus políticas parecen ser muy exitosas. Los controles generalizados a los precios aseguran que la inflación no sea un problema, y las importaciones alivian los productos que escasean. La reducción de los inventarios y la disponibilidad de bienes importados - por lo general financiados por el uso de reservas internacionales o la suspensión de pagos de deuda externa - ayudan en la expansión de la demanda con un mínimo impacto sobre la inflación.
Durante la segunda fase, la economía enfrenta cuellos de botella, en parte como consecuencia de la expansión de la demanda y en parte por la creciente falta de divisas para importar. En este punto se vuelve necesario reajustar los precios y devaluar la moneda para reestablecer la competitividad externa. Las autoridades, sin embargo, se resisten y empieza a desarrollarse un mercado negro de monedas extranjeras y todo tipo de productos. La inflación aumenta en forma significativa, pero los salarios reales se mantienen gracias a los mecanismos automáticos de ajuste o a los incrementos salariales por mandato del gobierno. El déficit presupuestal empeora tremendamente como resultado de subsidios generalizados a los productos básicos - incluyendo comida, servicios públicos y transporte - y del comercio exterior.
La tercera etapa es el preludio del colapso. Se caracteriza por una escasez generalizada de múltiples bienes, una extrema aceleración de la inflación y la fuga de capitales. Para protegerse de la inflación, los consumidores le dan la espalda a la moneda local y la moneda extranjera ( el dólar estadounidense) se convierte en el medio de pago preferido. El déficit presupuestal se deteriora de manera drástica gracias a descensos significativos en la recolección de impuestos y a un incremento en los costos de los subsidios. El gobierno intenta dominar la inflación y estabilizar la economía recortando los subsidios y devaluando la moneda. Los salarios ajustados a la inflación caen de forma estruendosa y las políticas se vuelven inestables.
La cuarta y última etapa es el proceso de "poner la casa en orden" después de ocurrido el desastre. Lo usual es implementar un programa de estabilización ortodoxa bajo un nuevo gobierno. La mayoría de las veces se pone en marcha un programa del FMI, y cuando todo está dicho y hecho, los ingresos - en particular los de los segmentos más pobres de la sociedad - ya han descendido a un nivel significativamente más bajo del que tenían cuando empezó todo el episodio. Más aún, ese declive será muy persistente y durará por años. "
Sebastián Edwards, Populismo o mercados. El dilema de América Latina, Bogotá, Norma, 2009. ISBN 978-958-45-2091-3